Siempre he encontrado mágico el acto de encadenar ideas sobre papel o pantalla en blanco. En la génesis de todo proyecto reposa una primera idea, entonces única y solitaria, que anotamos sin precisión ni importancia, pero a la que se vuelve una y otra vez y de la que nacen otras muchas, a menudo sin explicación posible. Así se crean poemas, novelas, ensayos o cuentos, pero también, películas, canciones, edificios, vacunas, cohetes o leyes.
La palabra es el primer juego de magia que se aprende y, lamentablemente, también el primero del que, al crecer, olvidamos su mágico poder. A veces las palabras traducen sonidos y otras veces gestos o expresiones que comunican emociones y pensamientos, tal y como ocurre en el arte de la magia, donde se unen las magias de la palabra y del gesto.
Gracias a este disfrutamos de historias que nos hacen sentir el vértigo de la ilusión en las que la razón se subordina a lo imposible. Así ocurre con el arte literario, su efecto mágico nos puede trasladar en el espacio y en el tiempo y provoca que nos cuestionemos nuestra realidad, abriéndonos nuevas puertas en la imaginación. El niño tiene en el libro un juguete mágico
que le descubre mundos y gentes increíbles y le hace crecer desde la fantasía. El adulto, por su parte, recupera el asombro de su infancia y acepta el juego de la ficción a través de la lectura y, por supuesto, aprende a seguir creciendo.
Este decimocuarto ¨HocusPocus Festival” lo hemos escrito con palabras mágicas para intentar despertar, un año más, el conjuro del asombro en GranHada. Nuestro mensaje de amor, humor, compromiso, libertad de expresión, alegría y misterio quedará para la historia escrito en un papel invisible que, dentro de una imaginaria botella, viajará por el tiempo gracias a la memoria de ustedes.
Disfruten, un año más de nuestras mágicas palabras: ¡HocusPocus!