Si para ser una figura artística hay que tener una personalidad propia, Rubiales cumple sobradamente el requisito. Su acento gaditano, su sombrero ladeado, su baraja española y su humor fresco y tranquilo configuran un artista inconfundible, grande como mago, son míticas en la magia española sus rutinas con monedas y cartas, sus navajas de colores y, sobre todo, las increíbles aventuras mágicas de sus cuatro sotas. Pero él afirma que la sonrisa y el humor son los mejores trucos.