Descubrí la magia de pequeño tras ver un juego de magia que me hizo mi madre. Más tarde, me regalaron mi primera caja de magia, que era capaz de hacer desaparecer un conejo. Empecé a estudiar este maravilloso arte y a hacer magia a familiares, amigos… No me creía lo que era capaz de generar a todas esas personas: iluisión. Es una sensación complicada de explicar, una simbiosis entre algo que me apasiona hacer y ver esas caras de asombro, gritos, risas, incluso lágrimas de emoción, que me motivan para seguir aprendiendo y compartiendo este maravilloso arte. Mi objetivo es que todos los espectadores sientan lo que yo siento cuando hago magia y es pasión, mucho amor y sobre todo mucha alegría.